Hace algunos años vivía, en el desván de una casa abandonada, un ratón llamado Félix.
Era un ratón muy especial. Su máximo placer era sentarse en su mecedora y leer y leer libros. Se entretenía con lo que ellos dicen y había aprendido muchas cosas.
Tal vez por esto alguien dijo que Félix era un verdadero "ratón de biblioteca".
¿Te parece extraño que un ratón lea? Fíjate que los milagros existen...
Una tarde estaba Félix leyendo, cuando de pronto, escuchó algunas voces. Rápidamente se escondió detrás de un gran diccionario y se puso a observar. En eso llegaron unos niños hasta el desván.
-Mira, Tomás, ¡qué manera de haber libros! -dijo uno de ellos.
-¡Qué extraño!, parece que aquí no hay nadie -contestó Tomás.
-Con tal que no salga un ratón -repuso Susana-. Les tengo miedo...
Al escuchar esto, nuestro amigo Félix se indignó y salió de su escondite.
-¿Qué vienen a hacer aquí? Este es mi reino. Soy feliz junto a mis libros. ¿Ustedes saben leer?
-Aprendimos hace poco -respondió Mantú, el más pequeño-. Pero no nos gusta mucho.
Félix pensó, y luego respondió:
-Seamos amigos. Yo les mostraré los lindos libros que hay aquí. Leamos ÉSTE, que tiene adivinanzas...
Tomás, Pedro, Susana y Mantú guardaron el secreto. A nadie le contaron acerca de Félix, el "ratón de biblioteca".
Cada tarde, después de hacer las tareas, se dirigían al desván.
-Hola Félix, te trajimos un trozo de queso -dijo Mantú.
-Gracias -repuso Félix-, hoy me gustaría mostrarles un libro de cuentos. Comenzaremos por el cuento de Pedro y el Lobo, el cual tiene una adaptación musical, la cual escucharemos atentamente junto con la historia.
(Para conocer el cuento, pincha AQUÍ)
Otro día, los cuatro hermanos volvieron al desván, en busca de Félix.
-A los hombres les gusta saber cosas sobre nosotros, los animales. A mi me gusta saber sobre los hombres -dijo Félix a sus amigos.
Fue al estante y sacó un pesado libro con ilustraciones.
Y entonces comenzó a leer...
(Para saber qué leyó, pincha AQUÍ)